Discurso argumentativo
Pandemia
y aislamiento: la visibilización de lo invisible
Autora: Sofía Nahir Albornoz, 4to. 1era.
Cuando empezó
el 2020 pocos podíamos imaginar lo que ahora está sucediendo.
En un lugar
lejano para la mayoría de nosotres, con costumbres extrañas, se empezaba a
hablar de una situación de salud que no podían controlar.
En mi caso,
era solo una noticia más del diario. Algo que siendo real me parecía irreal y
de poca importancia. Pero poco a poco esa situación fue incontrolable en
oriente, y cruzó a Europa, donde también pensaron que era algo lejano y de poca
importancia.
Y entonces ya
no era una situación, sino UNA PANDEMIA. Día a día el mundo se despertaba con
noticas aterradoras de miles y miles de contagiades y fallecides.
Los gobiernos
se encontraron con la disyuntiva de privilegiar lo económico o la salud. Cada
une tomó su decisión y los resultados fueron visibles a los pocos días. Aquelles
que solo pensaron en lo económico debieron repensar su decisión frente a
millares de fallecides por día, fosas comunes y un sistema sanitario
desbordado.
Día a día, en
cada rincón del mundo, se fue decretando un aislamiento social obligatorio y
riguroso. Debíamos quedarnos en casa si queríamos frenar la pandemia.
Y fue
entonces cuando todes nos volvimos vulnerables, pero algunes, extremadamente
vulnerables.
Cualquiera de
nosotres piensa en los más pobres al hablar de vulnerables. Yo también lo
hacía.
Pero esta
pandemia mi hizo notar que hay muches otres grupes vulnerables que viven el día
a día con incertidumbre, con angustia, con miedo.
A partir del
aislamiento, aquelles que estaban en situaciones delicadas pasaron a ser
situaciones extremas, pero de pronto se visibilizaron muchas otras situaciones
que en el cotidiano nos eran invisibles.
En los
barrios de emergencia la situaciones se transformaron en desesperantes: la
falta de trabajo, de comida, de higiene y el hacinamiento los transformó en
bombas epidemiológicas en cada rincón del planeta.
La violencia
doméstica, eso que muches prefieren ignorar y pensar que por algo será, se
multiplicó exponencialmente. En todo el mundo los casos de violencia
intrafamiliar y los femicidios se duplicaron, exponiendo ante la sociedad esta
otra pandemia social.
De la misma
manera, nadie puede negar el grado de vulnerabilidad de las personas de la
tercera edad, y no porque sean les más afectades por el Covid-19, sino porque
ante esta situación de aislamiento, muches se encontraron irremediablemente soles,
dependiendo de la caridad o buena voluntad de une vecine o un desconocide. Muches ancianes a pesar de tener
familia y recursos, están desatendidos y en una soledad extrema que les provoca
mucha angustia y desesperación.
Les
trabajadores precarios, les artistas callejeres, les mendiges, les cartoneres,
que en su mayoría quedaron sin ninguna fuente de ingreso, sin sistema de salud
que los contemple, encerrades en sus casas sin poder asegurarse un plato de
comida, expusieron esa casi marginalidad que hoy les convierte en les más
vulnerables del sistema.
También la
comunidad LGBT visibilizo su alto grado de vulnerabilidad. Como sabemos, la
lucha para sostener los derechos adquiridos por este colectivo sigue siendo
ardua en cada rincón del planeta. Si bien se ha avanzado enormemente por su
aceptación e inclusión, siguen siendo un grupo de alto riesgo.
Muches de
elles ejercen la prostitución como única alternativa de subsistencia frente a
la discriminación que sufren. Muches fueron excluidos de sus familias y viven
en pensiones o en la calle expuestos al contagio permanentemente, y muches
otres viven con su núcleo familiar aparentando algo que no son por miedo a la
no aceptación. Para elles esta situación de aislamiento fue una sentencia a
exponerse a más violencia de la que sufren normalmente por aquelles que no son
capaces ni de comprender ni de aceptar al que es distinte, por aquelles para
los que el adjetivo define a la persona.
Hago un
llamado para que, ahora que pudimos ver, no volvamos a cerrar los ojos y
comencemos a trabajar para que cada día haya menos invisibles en nuestro mundo.
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